16 de diciembre de 2012

Ken Loach y una copa de whisky

Si hay algo que identifica las películas de Ken Loach es el drama social,  ese transfondo basado en los problemas cotidianos de las clases más desfavorecidas. Por supuesto, su último filme, La parte de los ángeles, estrenado en España el pasado mes, no se aleja de esta denuncia social, sino que se vuelve a zambullir de lleno en ella. 

Los cuatro protagonistas, whisky en mano y faldas escocesas
La película nos cuenta cómo un peculiar grupo de personas de Glasgow son condenados a realizar trabajos sociales como sentencia a diferentes pequeños delitos que han cometido. Harry, el trabajador social, establecerá una relación muy cercana con ellos, en especial con Robbie, uno de los más problemáticos aunque empeñado, tras el nacimiento de su hijo, en reformar su vida y "sentar la cabeza". Harry introducirá a algunos miembros del grupo en la cultura de "paladear" el whisky, despertando su interés y descubriendo inesperadas habilidades en Robbie.

La parte de los ángeles es el tanto por ciento casi inapreciable de alcohol que las barricas de whisky van perdiendo cada año, y ese pequeño porcentaje es la clave que determina la calidad, en función de la antigüedad, de las diferentes bebidas espirituosas.

La mayor parte de los personajes son prácticamente desconocidos, algunos incluso lo son totalmente, pero consiguen dar forma a personajes muy cercanos, cómplices. Paul Branningan, el actor que interpreta a Robbie, tiene un pasado similar al del personaje al que da vida en la película, por lo que el realismo es aún mayor. Pero, en general, todos tienen la capacidad de empatizar con el espectador, desprenden veracidad por todos sus poros.
Loach durante un momento del rodaje
Sí, hablamos de una comedia, pero la denuncia de Loach sigue implícita, aunque quizás de una forma más indirecta que en otras de sus películas. La burla, por ejemplo, de las clases "pudientes" capaces de pagar un millón de libras por un barril de whisky. A pesar de todo, el mensaje que nos deja es, ¿optimista?, que no nunca viene mal, y más en momentos como el actual. Está en nosotros la posibilidad de cambiar nuestro sino y de salir de una situación que no nos gusta, está en nuestra voluntad de luchar.

Me quedo con el personaje de Albert, el más tonto del grupo y, sin quererlo, a veces el más inteligente
Cambiaría algún momento que resulta ligeramente inverosímil.
Nota: 7/10

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